¡GRACIAS, MAESTRA DELFINA!

 



¡Gracias, maestra Delfina!

En 2017 una periodista le preguntó a la maestra Delfina Gómez Álvarez ¿Cuál es la decisión más difícil que ha tenido que tomar? A lo que la maestra respondió: “seguir en la política… tenía un proyecto de vida: jubilarme cuando cumpliera 30 años de servicio”. De padre albañil y madre ama de casa, la vida de la maestra Delfina no es diferente a la de muchos cientos de miles de maestros, sin embargo, su vida cambió cuando un líder político regional, Higinio Martínez, la invitó a participar en la política de Texcoco. Desde ese momento hasta hoy, la vida de Delfina cambió de una responsabilidad áulica a una responsabilidad cada vez mayor, hasta llegar a ser la responsable nacional de la educación pública.

En lo personal me parece injusta la actitud de muchos colegas maestros y de algunos llamados “especialistas educativos” en relación a la llamada “herencia” o “resultados” de la maestra Delfina. Debemos recordar que nunca antes en la historia de la educación en México y el mundo se había vivido una crisis en la educación como la del 2019, 2020 y 2021. En este contexto, la maestra asumió la titularidad de una de las más grandes y corruptas secretarias de estado.

En sus casi 19 meses como secretaria algunas decisiones en materia de política educativa ya estaban tomadas y estaban adquiriendo forma, se consumaron los Planes de Estudio del 2022, se construyeron, corrigieron y mejoraron los protocolos de sanidad para el regreso a clases, se repartieron millones de pesos a las escuelas y a estudiantes de escasos recursos, se reelaboraron libros de texto y entre otras cosas, se afinaron criterios en la muy escandalosa USICAMM para el ingreso y la promoción vertical y horizontal. ¿Qué más se podía hacer en casi 19 meses?

En todo su tiempo, la maestra Delfina no figuró mediáticamente, es por todos sabido que en los medios y redes sociales escuchamos y hablamos de diferentes personajes como Luciano Concheiro, Martha Velda Hernández y el muy estridente Marx Arriaga. Considero que esta característica dentro de la SEP de Delfina significó un trabajo en equipo, delego responsabilidades para no acaparar la toma de decisiones en una secretaria tan compleja y grande.

No quiero olvidar los pendientes de la maestra Delfina, la llamada revalorización docente, el incremento salarial justo, democracia sindical y un verdadero plan estructurado para la deserción y el rezago educativo provocados por el Covid-19. En este sentido, más que pendientes de Delfina, son pendientes históricos de gobiernos del pasado, del presente y del futuro con los maestros.

No quiero dejar de decir que quienes comparan a la maestra Delfina con el maestro Esteban Moctezuma, en la mayoría de los casos, tienen rastros de racismo y clasismo bien cimentados. Además, no es equivocado decir que las decisiones de Moctezuma, si no hubiera dejado la SEP, hubieran sido muy poco diferentes como las de Delfina, ambos defienden, representan y construyen el llamo gobierno de la 4T.

Como dije al principio, me parece injusta la actitud de muchos colegas y especialistas cuando hablan de lo negativo de la SEP de Delfina y no dan paso ni si quiera a algo positivo de su labor, en lo personal comprendo su contexto, pero no lo justifico. Debemos recordar que la maestra Delfina, en las últimas encuestas de los secretarios de Estado mejor evaluados, se encontraba siempre en el tercer lugar, después del secretario de relaciones exteriores y el de la defensa. Esto me hace pensar en aquella vieja frase de que “el peor enemigo de un maestro es otro maestro”. Sin embargo, yo si digo y grito fuerte ¡GRACIAS, MAESTRA DELFINA!

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“No se trata ya de escoger entre el indigenismo y el hispanismo. Se trata de entender, con valor, todo lo que somos: un pueblo complejo y original, en su mayor parte mestizo, que se expresa oficialmente en español y que siente –a veces– en tarasco o en maya o en otomí; pero que no está dispuesto a mantener privilegios entre sus hijos y que se afirma en lo nacional, para contribuir mejor a lo universal (Torres, 1981)”

“Cuando Torres Bodet redactó en 1946 el nuevo texto del Artículo 3º de la Constitución, pretendía favorecer la reconciliación de los mexicanos al acabar con la imposición de la educación socialista y con la oposición y confusión que había suscitado. Estableció, en cambio, que la educación debía desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentar los deseos de solidaridad, de libertad y de justicia. Su orientación sería nacional y democrática, entendida no sólo como una forma de educación, sino como un estilo de vida.”


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